"Tras el impacto producido por la pandemia me alegra ver que estudiantes, profesores, personal de administración y equipos directivos de la Facultad siguen día a día dándonos un ejemplo"
Entrevista a Cristina Gil Membrado, Decana de la Facultad de Derecho y profesora titular de Derecho Civil de la Universitat de les Illes Balears
Es usted Decana de la Facultad de Derecho, un cargo de máxima responsabilidad desde siempre, pero, quizá, más aún si cabe en estos momentos en los que llevamos más de un año de pandemia por el Covid-19. ¿Cómo ha cambiado su cometido o en qué se ha tenido que adaptar para cumplir con los retos de la Facultad y, especialmente, del aprendizaje de sus alumnos?
Recuerdo perfectamente y creo que nunca se borrará de mi memoria lo que supuso el fin de semana del 14 de marzo de 2020.
Escasas semanas antes, un nuevo equipo decanal llegábamos con la ilusión del que comienza una experiencia única, llenos de ganas y con el honor de recoger el testigo para trabajar por nuestra casa, que es la Facultad de Derecho de la UIB. Con la ilusión de un niño con zapatos nuevos íbamos cargados de planes para continuar una labor realizada con mimo por todos nuestros antecesores volcados en la formación de los que hoy son reputados profesionales, que han pasado por la Facultad de Derecho, y que son nuestro orgullo.
De repente, nuestra vida, como la tuya y la de todos, cambió. Nuestra prioridad fue desde ese momento dar soporte a la docencia y a la evaluación en tiempo de pandemia, adaptándonos a las circunstancias cambiantes y en un complicado equilibrio entre la consecución del aprendizaje y la salvaguarda de la salud. Nuestros sueños inmediatos se desplomaron, pero ante la adversidad no queda sino levantarse y caminar.
Profesores, personal de administración y estudiantes desplegamos destrezas en el manejo de herramientas digitales, pero también en el ámbito más emocional, por el impacto que conllevó inicialmente el seguimiento o la impartición de las clases exclusivamente desde casa.
La experiencia nos ayudó a enfrentarnos juntos a un nuevo reto: el de la docencia presencial adaptada, donde una gran cantidad de factores deben ser tenidos en cuenta. En el caso de la Facultad de Derecho, atendiendo a las instrucciones recibidas por las autoridades competentes consideramos apropiado poner en práctica una docencia presencial total para los estudiantes de primer curso –todavía no avezados en la vida universitaria-, y para las clases prácticas en el caso de los estudiantes de los restantes cursos. En la Facultad de Derecho nos hemos caracterizado tradicionalmente por la propensión al uso de las nuevas tecnologías de apoyo a la docencia, por lo que, en cierto modo, todo ha sido más fácil.
Los estudiantes, como la sociedad en su conjunto, han sufrido en primera persona la zozobra generada por la incertidumbre, agravada en no pocos casos por complicadas circunstancias familiares, laborales o personales
¿Ha notado un desgaste emocional en el alumnado durante estos meses? En ese caso, ¿cuál es su experiencia como docente y Decana sobre las principales inquietudes y necesidades que le transmiten los estudiantes?
Todos los que hemos pasado por la Universidad recordamos en su inicio las ilusiones y la esperanza en lo que se anticipaba como una nueva etapa llena de retos académicos, pero también de experiencias únicas, de amistades para siempre y de aventuras prohibidas. Sin duda, la definiríamos como una de las etapas más especiales y apasionantes de nuestras vidas.
En cierto modo, estas esperanzas se han visto truncadas por la emergencia sanitaria provocada por la COVID-19. Los estudiantes, como la sociedad en su conjunto, han sufrido en primera persona la zozobra generada por la incertidumbre, agravada en no pocos casos por complicadas circunstancias familiares, laborales o personales. La UIB nos ha dotado de los medios posibles para aliviar determinadas necesidades, pero hay una parte, la emocional, que no se va a restaurar por completo, como la falta de despedida de la última promoción mediante el acto de graduación que año tras año constituye el broche de oro al paso por la Facultad de los estudiantes y que es un acto muy emotivo para toda la gran familia de la Facultad de Derecho. Para mí, es una asignatura pendiente.
Académicamente, el reto del equipo decanal sigue siendo en estos momentos además de velar y guiar a los intervinientes en el proceso de aprendizaje de los contenidos y de las competencias propias de los estudios, trabajar por mitigar los efectos de la pandemia en la desafección de los estudiantes e intentar que no pierdan la ilusión en momentos complicados.
Si tuviera que detallar los principales cambios que ha debido asumir la Facultad de Derecho durante estos últimos dos cursos, ¿cuáles de ellos serían los más significativos a su juicio?
Soy tremendamente positiva y creo firmemente que en momentos de crisis surge lo mejor de cada uno de nosotros y la oportunidad de mejorar, a veces, incluso, con grandes dosis de imaginación ante la falta de medios y el rápido devenir de los acontecimientos. Frente al ruido que nos rodea es muy necesario el sentido común.
Quizá el cambio más evidente –aunque no el más profundo- haya sido la transición a una Facultad virtual y el aprovechamiento de las nuevas tecnologías aplicadas a la docencia. En este sentido la UIB estaba preparada y, en la Facultad, estudiantes y profesores han salido de la zona cómoda y han explorado nuevas posibilidades que, sin duda, van a seguir presentes, aunque sea como complemento de la docencia presencial, una vez retomemos la normalidad.
No obstante, los cambios de mayor calado a consecuencia de la pandemia se están produciendo en la capacidad para hacer frente a situaciones adversas. Estos dos años nos han brindado el escenario óptimo para crecer en resiliencia organizacional -así le llaman-, que, en definitiva, implica desplegar habilidades de adaptación, para sobreponerse y para seguir cumpliendo objetivos. Tras el impacto producido por la pandemia me alegra ver que estudiantes, profesores, personal de administración y equipos directivos de la Facultad siguen día a día dándonos un ejemplo. Esto es un gran cambio difícil de conseguir si no media una crisis.
Hablemos de vacunas, un tema actual. Es cierto, el Derecho Civil está implicado, pero también el Constitucional, el Penal, el Administrativo, el Internacional, el Mercantil, entre otras ramas
Su área de especialidad es el derecho civil. ¿Cuáles cree que son las principales salidas profesionales vinculadas a este campo o, en su defecto, las que más han crecido en los últimos años?
El Derecho Civil es el más cercano a la convivencia entre personas y regula nuestros derechos y obligaciones como miembros de una familia o como titulares de un patrimonio. Su generalidad implica que esté presente en todos los actos de nuestra vida, e incluso, más allá.
El Derecho, en general, trata de adaptarse a los vertiginosos cambios sociales y tecnológicos. Los civilistas nos hemos visto sorprendidos por los contratos inteligentes -smart contracts-, la tecnología blockchain, el tratamiento a gran escala de datos –big data-, la inteligencia artificial e incluso estamos debatiendo si el robot es una persona. Sin duda, el futuro pasa porque el jurista se desenvuelva con soltura ante estos retos.
Por otro lado, el Derecho cada vez más requiere de una mayor multidisciplinariedad. Hoy no se puede abordar una cuestión desde una única disciplina. Hablemos de vacunas, un tema actual. Es cierto, el Derecho Civil está implicado, pero también el Constitucional, el Penal, el Administrativo, el Internacional, el Mercantil, entre otras ramas. Tanto es así que el Derecho Sanitario o Médico aglutinaría todas ellas con el objetivo de dar respuesta a la complejidad de las cuestiones jurídicas que se plantean en un asunto tan actual como la vacunación para vencer a la pandemia. Además, en este caso particular, el jurista tendría que trabajar de la mano junto a sanitarios, por lo que debe estar preparado para adentrarse en disciplinas ajenas a las jurídicas. Esa es la clave: adaptación y flexibilidad, sin perder la esencia.
Saber expresarse y tener poder de convicción es cada vez más importante en cualquier ámbito laboral. El próximo mes mayo se celebra el «IV Concurso de Bufete Buades – Facultad de Derecho de la UIB», ¿cómo valora esta iniciativa que promueve, precisamente, la desenvoltura oral de los alumnos ante una audiencia o tribunal?
Siempre he defendido que, además de los contenidos jurídicos a asumir en un Grado, existen otras competencias –blandas- que un Graduado en Derecho o en Relaciones Laborales debe asumir para enfrentarse a los retos profesionales que su vida profesional les va a deparar. Así la capacidad para negociar, el liderazgo, el trabajo en equipo, la gestión del tiempo, la orientación a resultados, la toma de decisiones, la capacidad de escuchar y de comunicarse son fundamentales.
Entre ellas, la capacidad de comunicación del estudiante siempre me ha preocupado y en esta línea he dirigido proyectos de innovación docente para estimular esta habilidad. Quizá mi visión provenga de que antes de dedicarme a la Universidad he sido abogada en ejercicio durante un largo periodo de mi trayectoria profesional. En Sala, como en cada vez más escenarios, el tiempo es escaso y el mensaje debe llegar y convencer. De ahí que, además de unos sólidos conocimientos jurídicos, sea necesario dominar con soltura el arte de la oratoria.
Todas las oportunidades son pocas para que los estudiantes puedan adquirir esta preciada competencia. A lo largo del Grado se realizan en distintas asignaturas prácticas de simulación en la Sala de Vistas de la Facultad de Derecho, además de proyectos de innovación docente, ligas de debate y competiciones internacionales. Es habitual la participación de algunos estudiantes de la Facultad de Derecho con muy buenos resultados, pero también hay estudiantes tímidos que requieren estímulo. Para ello, esta iniciativa es un tesoro.
Bufete Buades es un claro ejemplo de que mantener la esencia a lo largo del tiempo basada en el conocimiento del Derecho y en la experiencia de sus profesionales es compatible con la adaptación a los nuevos tiempos.
¿Qué tipo de relación tiene, o ha mantenido, con Bufete Buades durante este tiempo?
Bufete Buades es un claro ejemplo de que mantener la esencia a lo largo del tiempo basada en el conocimiento del Derecho y en la experiencia de sus profesionales es compatible con la adaptación a los nuevos tiempos.
Desde su fundación, en 1979, ha venido prestando servicios jurídicos en las más diversas áreas con una calidad indudable, pero para mí lo realmente diferenciador es la valía de sus profesionales, a quienes puedes encontrar en un juzgado, pero también en los diarios, en los más diversos foros jurídicos y de la sociedad, así como en revistas científico-jurídicas nacionales e internacionales. Es difícil abarcar todo ello. Y lo consiguen.
Juan Buades y su equipo de profesionales han estado y están muy cerca de la Facultad. Además de brindarnos la oportunidad año tras año de poner en marcha este Concurso de Oratoria para los estudiantes, un buen elenco del bufete son profesores asociados de la Facultad de Derecho. Yo, personalmente, tengo debilidad por esta figura, y no solo porque mi pasión por la docencia y por la Facultad se inició en el momento en que la conocí como profesora asociada a la vez que ejercía la abogacía, sino porque creo que el profesor asociado aporta a la docencia universitaria ese valioso nexo que acerca la práctica profesional a la perspectiva académica. Por todo ello, la relación con Bufete Buades es estrecha y perdura en el tiempo.
Cuando la Decana de la Facultad de Derecho de la UIB no está rodeada de leyes, ¿cuáles son sus pasiones?
Mi faceta de madre, sin duda. Es mi gran pasión, además de mi trabajo. Al margen del mundo profesional, mis cuatro hijos son el motor de mi vida y una oportunidad para disfrutar y exprimir lo cotidiano. Los días más tormentosos se despejan cuando los miras a través de los ojos de un niño.
Si a eso le añado estar fondeada en una cala en buena compañía, el color y la luz del mediterráneo ponen el resto. No puedo pedir más.