Mallorca es el paraíso, si puedes resistirlo
En el marco de nuestro proyecto «Nos queda la palabra», recientemente hemos publicado una fotografía de Gertrude Stein, reproduciendo la frase «Mallorca es el paraíso, si puedes resistirlo».
Ante la extrañeza que esa elección ha causado a algunas personas ya que es evidente que esa locución nada tiene que ver con las citas que la precedieron en anteriores publicaciones, todas relacionadas con la Ley, la Justicia y el Derecho, me ha parecido oportuno escribir este comentario explicativo.
La enigmática frase es de Gertrude Stein, escritora estadounidense nacida en el último tercio del siglo XIX y que se trasladó a Paris en 1903, residiendo desde entonces en Europa, concretamente en Francia, hasta su fallecimiento a mediados del siglo pasado. La Stein se convirtió en una «mujer de culto», promotora y dinamizadora del arte contemporáneo, creadora de tendencias; en definitiva, y utilizando un anglicismo, una «influencer». El Salón Stein se convirtió en el lugar de encuentro y tertulia más demandado por la cosmopolita intelectualidad parisina. Da fe de ello el homenaje que el director Woody Allen hace, en su película Midnight in Paris, en el memorable diálogo entre Gertrude (interpretada magistralmente por la actriz Kathy Bates) y un medroso Pablo Picasso (caracterizado por el franco-argentino Marcial Di Fonzo Bo).
Según se cuenta, el escritor británico Robert Graves, una vez tomada la decisión de abandonar Inglaterra, tras escribir la novela Adiós a todo eso, autobiografía de la primera parte de su vida, visitó a la estadounidense en su casa de París, inquiriéndole su parecer sobre las diversas opciones que barajaba para fijar su residencia permanente (Suiza, Sur de Francia, Norte de Africa y Mallorca). En el curso de la conversación, la Stein pronunció esa frase, sin duda misteriosa. Graves le hizo caso, trasladándose a Mallorca, viviendo en Deia casi medio siglo, hasta su fallecimiento.
Gertrude Stein, y su pareja Alice Toklas, habían visitado Mallorca en dos ocasiones; la primera antes del inicio de la Gran Guerra, en verano de 1914; la segunda en plena guerra, en 1916, residiendo por espacio de más de 6 meses, en la casa del pintor William Cook, en la zona de El Terreno, “llogaret” muy próximo a Palma, especialmente elegido por artistas, creadores, bohemios, y viajeros impenitentes. A ambas les gustó Mallorca, de ahí el comentario a la pregunta de Graves.
¿Cómo descifrar esa frase, sin duda enigmática? La interpretación más plausible es la de considerar que Mallorca era un lugar idílico, si bien su estilo de vida (provinciano, nada cosmopolita, algo aldeano, lento y estrecho) disuadía cualquier proyecto de fijar en la Isla una residencia permanente. En ese sentido, merece la pena recordar la mordaz crítica que, un siglo antes, George Sand había escrito, en su conocido cuaderno de viaje Un invierno en Mallorca, en el que Mallorca y los mallorquines salen muy mal parados.
No obstante, la imaginación es libre y a cada uno corresponde interpretar o desentrañar el sentido de tal aseveración.
Por mi parte, opto por realizar un análisis ad pédem lítterae>> y afirmar que, en efecto, Mallorca es el paraíso, si bien a quienes residimos en él nos corresponde, de manera irrenunciable e indeclinable, hacer posible que siga siéndolo; y, francamente, en los tiempos que nos toca vivir no resulta nada fácil conseguirlo.
Haciendo una puesta al día de esa maravillosa definición, cabría afirmar Mallorca seguirá siendo el paraíso si, a quienes corresponde, nos aplicamos e implicamos en que así sea>>.
Esas son las reflexiones que están en el trasfondo de la elección de la frase de Gertrude Stein, a quien agradecemos el cariño que mostró a Mallorca.